El retrato de Dorian Gray (Dorian Gray, 2009)

La idea del placer como modo de vida se ha convertido en tu justificación...

Estamos ante una historia, un personaje y un nombre completamente clásicos. Los amantes de la literatura occidental lo conocen al por mayor, en el lenguaje coloquial es también una mención obligada ante la vanidad de cualquiera y si nos vamos a la mercadotecnia mexicana hasta una marca renombrada nos recuerda en accesorios para mujeres. El asunto aquí y por el camino al que me dirijo es que se trata de una historia de respeto ante los ojos de muchos y de gran responsabilidad al momento de realizar la adaptación cinematográfica y que factiblemente las críticas no se harán esperar.
La líneas en esta ocasión giran entorno a la entrega dirigida por Oliver Parker. “El retrato de Dorian Gray” protagonizada por Colin Firth, Ben Barnes y Ben Chaplin.  Tomada de la obra de Oscar Wilde y adaptada por Toby Finlay nos cuenta la historia de un joven cuya alma se pervierte en su búsqueda de la eterna juventud.
Sin echar tanto rollo puedo clasificar esta cinta 100% ligera. El peso que se lleva acuesta por adaptar una historia tan importante por todo lo que la rodeo en su momento de publicación y años posteriores es de pensarse que se puede hacer una adaptación bastante decente, pero... muere en el intento.
Aunque la película no puedo clasificarla como mala en su totalidad, si tiene ciertos baches que hacen que no puedas decir cosas positivas sobre ella. Sin el afán de despedazar un relato tan importante puedo decir que Parker hace una adaptación bastante libre de la novela de Wilde. Los no allegados a la historia se encontraran con varios minutos iniciales con bastante “pereza” en un ritmo poco cadencioso y la historia se logra diluir pues no explican muy bien personajes, momentos y escenas que pueden confundirte.
Otro punto es que nuestro director deja a un lado el lado romántico de la historia para relatar hechos que no podemos clasificarlos en sucesos terroríficos sino dejarlos en ligeramente tenebrosos; donde la música (de Charlie Mole) es un poco exagerada para el relato y no crea una personalidad fija a Dorian, nuestro personaje principal, diluyendo su presencia durante la película (aunque Barnes tampoco ayuda en mucho a este suceso). Creo por lo menos un tema cantado por una banda hubiera dado cierto toque de estilo a esta adaptación muy a la Parker.
Unos escenarios obscuros logrados de un Londres Victoriano rescatan por momentos la historia que busca en metáforas bien llevadas pero exageradas sobre la tentación, la maldad, la bisexualidad y el diablo en el personaje principal y dueño completamente de este relato; al robarnos el romanticismo de la historia observamos a un Dorian más vicioso y hasta escandaloso para los momentos que se vivían en aquellos años. no tomando en cuenta la frialdad con la que originalmente se conoció a Dorian por la cantidad de atrocidades y perversiones que forman parte de su estilo de vida por años a cambio de seguir conservando la eterna juventud.
También esta lo destacable de la cinta; la participación de Colin Firth, que se convierte con su actuación de Lord Henry Wottom lo mas clarificado de Dorian Gray pues entre su doble moral, su perversión hacia nuestro personaje principal y esos tintes homoeróticos viaja en una excelente interpretación muy lucidora y que lo coloca como un gran actor. “Comiéndose” la actuación de su colega Chaplin que no deja de ser mala y rescatando la nueva versión cinematográfica.
Vamos hacía un lado o hacia otro, subimos o bajamos... la historia original es muy clara y precisa en el desarrollo. La cinta se queda corta y no niego que fue entretenida pero mejor los que conocen perfectamente la historia pongan sus expectativas en otro versión porque esta no les dejará buen sabor de boca. Ahora los no conocedores de la obra de Wilde podrán disfrutar de una película con buenas intenciones... pero de buenas intenciones esta lleno el mundo...  directamente al olvido.