noviembre 14, 2011

Gigantes de acero (Real Steel, 2011)



Humor, movimiento y ciencia ficción.

Vaya que reconoceré públicamente que esta película no estaba entre mis prioridades al momento de visitar el cine (por el box y la pereza mental que me genera, entre otros factores), pero por la clásica democracia donde la mayoría decide que historia veremos, no tuve más remedio que aceptar la derrota y prepararme a ver una entrega donde Dreamworks, Spielberg y la ciencia ficción llevaban varios títulos sin convencerme del todo.
Es momento de aclarar el panorama y comentar que Gigantes de Acero es una cinta protagonizada por Hugh Jackman, Dakota Goyo y Evangeline Lilly con el guión de John Gatins y Richard Mathis; bajo la batuta de Shawn Levy quien tiene en su filmografía “Una noche en el museo 1 y 2” (2009) además The Pink Panter (2006). En esta ocasión nos hacen llegar una historia donde en un contexto en el que el boxeo se ha transformado en un deporte de alta tecnología; Charlie Kenton es un boxeador fracasado que pierde la posibilidad de ganar un título cuando poderosos robots de 90 kilos y más de dos metros de altura comienzan a competir. Convertido en un promotor de poca monta, Charlie sobrevive ensamblando robots de bajo costo, a los que apunta en peleas del circuito amateur. Finalmente, cuando esta situación toca fondo, Charlie se asocia con su casi desconocido hijo Max para construir y entrenar a un auténtico robot campeón. A medida que suben las apuestas en la brutal arena en la que todo vale, Charlie y Max, contra todos los pronósticos, tendrán una última oportunidad de triunfar en su nueva etapa de vida y profesión.
Venía saliendo de la sala de cine y no pude evitar recordar una anécdota vivida con una cinta similar, aunque no fue precisamente de mis tiempos: Rocky (1976), se asemeja en exceso a Gigantes de Acero, en utilizar el box para conseguir un objetivo en común, ese coraje cojugado con iniciativa para salir adelante ante las adversidades de la vida.
Está cinta va en el mismo rumbo aunque con tecnología incluida, varios años de diferencia en la perspectiva de las familias disfuncionales y la experiencia de algunos monstruos del cine. Este último punto era lo que me hacía casi gritar a los cuatros vientos que la película sería una extraña mezcla entre Transformers, con toque de egocentrismos como en Super 8 y miles y miles de clichés del cine de Mr. Spielberg. Ahora puedo argumentar cosas muy diferentes y características que hacen a Gigantes una entrega digna de verla varias veces sin problemas de generar conflicto en tu mente.
Una cinta equilibrada, podría denominarla pues aunque lo planteado podría encajar perfectamente en la ciencia ficción, la mezcla de humanos y maquinas con “posibles sensaciones”, los escenarios del campo en conjunto con los estadios donde las peleas se desarrollan, el score muy futurista y el soundtrack con artistas conocidos, luchas de robots donde pelean a muerte y el hilo conductor de un padre e hijo buscando el amor como columna vertebral de la historia hacen que Gigantes no pase desapercibida.
Una mención aparte merece el chico Dakota Goyo en el papel del hijo de Jackman pues es tan convincente su participación que el chamaco resulta ser tan adorable con sus lecciones de vida, su actitud e ímpetu sobre las decisiones que se toman y van dándole forma a la cinta. Consigue esa conexión entre personaje-espectador que pocos han logrado a la primera.
Una mezcla que es difícil de describir entre un drama que te arrancará algunas lágrimas (créeme que sí), te hará saltar de la butaca con las escenas bien logradas de acción en las peleas y todo el contexto de ciencia ficción que te hace examinar minuciosamente esta película y llegar al punto de preguntar: ¿qué tan descabellada esta la propuesta argumental de la cinta?.
Gigantes, se convierte en una película redonda con mucho que disfrutar, algunas cosas que aprender y otras tantas para reír o llorar, según sea el caso; el punto a detallar es que Spielberg después de llevar el cerebro intelectual de otras entregas similares, diera en el clavo y nos hiciera sonreír, reflexionar, aprender, emocionar y disfrutar de principio a fin una historia bien pensada, actuada, escrita y desarrollada.
Un aplauso y espero no sea la única entrega que nos haga hacer y opinar lo mismo.
En su momento Rocky me genero el mismo sentimiento a pesar de la repulsión que me provocaba el box; hoy con Gigantes ocurre algo similar, aunque no fui yo el que lloró en la sala de cine, mis acompañantes aunque lo nieguen, si soltaron las de San Pedro durante su desarrollo. No critico, pero así como "el ojito de Remi" se hizo presente, también hubo emoción en el transcurso de la historia por parte de mis amigos y eso me da la certeza para afirmar que la cinta está equilibrada y vale la pena verla, no una, sino varias y varias veces.

noviembre 12, 2011

Si fueras yo (The change-up, 2011)



Antes de iniciar los comentarios sobre el tema que nos lleva a escribir mi nueva (y renovada) entrada, es importante descubrir por el proceso existencial, sentimental, económico, social y cultural por el que este autor pasó para poder ahora regresar a  las andadas y seguir llevándoles mi humilde opinión al respecto de los diferentes acontecimientos que me apasionan y me hacen comunicarme con todos ustedes. Todo este  rollo es para pedir una disculpa por la pereza mental y física que me hacía no escribir, pero espero NO vuelva a ocurrir. Aquí vamos de nuevo y celebremos este primera año juntos y espero ir POR MUCHOS MÁS.
Hoy me motiva a escribirles sobre un extraño fenómeno que me ocurrió en las salas cinematográficas hace poco, pues la fórmula es bastante obvia y tratada ene número de veces dentro de un guión de cine, pero para no hacer el cuento largo, me gustó. Veremos en qué radica mi empatía con la cinta y si ustedes están de acuerdo con ella (se vale, no estarlo y expresarlo, también).
Sentada en el banquillo nos encontramos con “Si fueras yo” una película protagonizada por Jason Bateman, Ryan Reynolds, Olivia Wilde, Leslie Mann y en la batuta de la dirección David Dobkin; nos cuenta la historia de Mitch, un irresponsable e inmaduro soltero, y Dave, un abogado muy trabajador, con una esposa y tres hijos. Sus vidas cambian cuando cada uno desea tener la vida del otro, y se les cumple. Ante tal suceso deberán poner dedicación y esfuerzo para cumplir y no terminar en catástrofe sus nuevas vidas hasta que todo regrese a la normalidad.
Pasa algo extraño, pues en sentido estricto es una comedia para ADULTOS, que por el simple hecho de este detalle gran parte de los chistes giran en torno a sexo y que llega a ser grotesco para ciertos ojos (podría incluirme en el paquete); pero que es ahí donde radica el encanto de esta cinta.
La idea principal no es nada innovadora y el guión no podría decir que es el mejor pues está lleno de clichés y gags que los amantes del buen cine encontraran desesperantes.
Pero es importante aclarar que desde un principio e iniciando por el reparto la comedia es llevada para un público ADULTO y MASCULINO, es ahí donde creo que la cinta llegó a gustar, exacto de esa manera en que sabes que la cinta no fue la mejor, pero internamente algo te hace conseguir el soundtrack, muy bueno por cierto,  y si te la encontraras de nuevo en el videoclub o la televisión la volverías a ver (eso sí, sin confesárselo a nadie que te gustó). Una cinta que toma una idea bastante desgastada, pero muy atrayente por esa situación de encontrarte en los “zapatos de otro” y descubrir que es lo que en realidad la gente de tu alrededor piensa de ti.
En el punto destacable creo el elenco es bastante atractivo visualmente e histriónicamente, rescata que la película no se convierta en un bodrio en su totalidad. Pues es muy divertido ver a Reynolds y Bateman hacer dos personajes en una misma cinta y además creérselos. Con situaciones sociales que son cómicas y hasta absurdas pero todos hemos vivido, aunque pocos las aceptamos.
“Si fueras yo” cumple con su propósito, divertir y pasártela bien. Es una comedia adulta con bastante perspectiva masculina, muy distante de su antecesora (Freaky Friday, 2003) con una visión femenina del  hilo conductor contado: el cambio de cuerpos.  Vale la pena en un domingo donde en ocasiones las circunstancias sólo permiten que veamos una película y la disfrutemos con un bote de palomitas.


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