Poster oficial de la cinta: "Hidalgo: la historia jamás contada", 2010 |
Desde que empezamos a cobrar conciencia de todo lo que hacemos en este mundo vamos sintiendo lo que podemos considerar como un sentimiento especial que se tiene a alguien sobre sus cualidades: esa admiración que llegamos a sentir desde muy niños por nuestros padres, por nuestros amigos, por nuestros personajes que han ido marcando la vida de cada uno de nosotros... vamos buscando la perfección en aquellos que sus cualidades destacan entre mucha gente.
Los vamos colocando en un lugar muy especial de nuestro corazón, sentimos que ellos son esa persona que el mundo necesita para poder salir adelante. Pero lo que nunca llegamos a concientizar en su totalidad es que cualquier ser que tenga nuestra admiración es un individuo con defectos, que hace que su vida no sea como la mayoría piensa; y no lo digo para crear energía negativa al lado de nuestro ser admirado, mejor para reflexionar sobre que es lo que ocasiona tal situación y como sale adelante ante tales demonios internos que lo hacen sucumbir en ciertos momentos de nuestra vida.
Esto es por la sencilla razón que hace sólo un par de días tuve la oportuinidad de ver una cinta que debo reconocer públicamente: ¡ME GUSTO!. “Hidalgo: La historia jamás contada” se convierte en un hecho interesante de como ver la historia de mi México querido. Más que hablar si la película cumple con los parámetros cinematográficos para ser considerada al Oscar 2011; quiero resaltar algo que va más allá de un personaje tan importante en la vida de cada uno de los que habitamos este país que odiamos porque no gana la selección, por la inseguridad, por sus políticos, pero que gozamos, por su gente, su unión, su comida y su belleza.
Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor, vaya que les gustaban los nombres larguísisisisismos en años pasados, nuestro cura que toda la vida a través de los libros de textos nos taladraron la cabeza sobre como luchó y defendió a la patria sin tapujos y fielmente siguió sus ideales sin dejarse vencer por nada ni nadie. Es así, poco a poco y cada 15 de septiembre materializando una figura pública que crece en admiración de manera exhorbitante.
Al transcurrir los minutos de la historia jamás contada (que eso si suena más telenovelero que otra cosa), vamos descubriendo como nuestro Padre de la patria va dejando al descubierto muchas de las actitudes que como humanos todos hemos visto, vivido, participado o criticado. Una vida bien vivida de un personaje que luchó por eso que poco a poco se le desarrollo y que todos podemos hacerlo si nos lo proponemos: LA CONCIENCIA. Vivió, conoció, disfrutó, guió, enseñó, no somos nadie para desmenuzar su vida y destrozarla con nuestros comentarios. Antes de ser héroe, fue humano, antes de ser cura, fue humano y antes de ser revolucionario fue humano; lleno de imperfecciones como cualquiera que en estos momentos esta dando lectura a estas líneas.
Fue muy atractivo quitarme la venda de los ojos y decir, Hidalgo, más que un héroe fue un humano que decidió luchar por un ideal que creyó oportuno desarrollarlo. Una persona con convicción que decidió dejar atrás lo que “todos dicen que debes ser así” para conseguir “trascender en el mundo” y que después muchos le colgaran la etiqueta de héroe que conociéndolo ni siquiera le interesaría serlo.
Hoy después de tantos años en los libros de texto y de tenerlo en una categoría que me hicieron creer que era la única puedo decir. Hidalgo fue un humano, un guerrero, un idealista, un ser que dio amor por todos lados, un ser que desarrollo la conciencia e hizo pensar a la mayoría que se interponía en su camino, un personaje fundamental para lo que México vive hoy. Es un sentimiento de libertad de hacer y decir lo que pensamos con toda la responsabilidad del mundo.
Los vamos colocando en un lugar muy especial de nuestro corazón, sentimos que ellos son esa persona que el mundo necesita para poder salir adelante. Pero lo que nunca llegamos a concientizar en su totalidad es que cualquier ser que tenga nuestra admiración es un individuo con defectos, que hace que su vida no sea como la mayoría piensa; y no lo digo para crear energía negativa al lado de nuestro ser admirado, mejor para reflexionar sobre que es lo que ocasiona tal situación y como sale adelante ante tales demonios internos que lo hacen sucumbir en ciertos momentos de nuestra vida.
Esto es por la sencilla razón que hace sólo un par de días tuve la oportuinidad de ver una cinta que debo reconocer públicamente: ¡ME GUSTO!. “Hidalgo: La historia jamás contada” se convierte en un hecho interesante de como ver la historia de mi México querido. Más que hablar si la película cumple con los parámetros cinematográficos para ser considerada al Oscar 2011; quiero resaltar algo que va más allá de un personaje tan importante en la vida de cada uno de los que habitamos este país que odiamos porque no gana la selección, por la inseguridad, por sus políticos, pero que gozamos, por su gente, su unión, su comida y su belleza.
Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor, vaya que les gustaban los nombres larguísisisisismos en años pasados, nuestro cura que toda la vida a través de los libros de textos nos taladraron la cabeza sobre como luchó y defendió a la patria sin tapujos y fielmente siguió sus ideales sin dejarse vencer por nada ni nadie. Es así, poco a poco y cada 15 de septiembre materializando una figura pública que crece en admiración de manera exhorbitante.
Al transcurrir los minutos de la historia jamás contada (que eso si suena más telenovelero que otra cosa), vamos descubriendo como nuestro Padre de la patria va dejando al descubierto muchas de las actitudes que como humanos todos hemos visto, vivido, participado o criticado. Una vida bien vivida de un personaje que luchó por eso que poco a poco se le desarrollo y que todos podemos hacerlo si nos lo proponemos: LA CONCIENCIA. Vivió, conoció, disfrutó, guió, enseñó, no somos nadie para desmenuzar su vida y destrozarla con nuestros comentarios. Antes de ser héroe, fue humano, antes de ser cura, fue humano y antes de ser revolucionario fue humano; lleno de imperfecciones como cualquiera que en estos momentos esta dando lectura a estas líneas.
Fue muy atractivo quitarme la venda de los ojos y decir, Hidalgo, más que un héroe fue un humano que decidió luchar por un ideal que creyó oportuno desarrollarlo. Una persona con convicción que decidió dejar atrás lo que “todos dicen que debes ser así” para conseguir “trascender en el mundo” y que después muchos le colgaran la etiqueta de héroe que conociéndolo ni siquiera le interesaría serlo.
Hoy después de tantos años en los libros de texto y de tenerlo en una categoría que me hicieron creer que era la única puedo decir. Hidalgo fue un humano, un guerrero, un idealista, un ser que dio amor por todos lados, un ser que desarrollo la conciencia e hizo pensar a la mayoría que se interponía en su camino, un personaje fundamental para lo que México vive hoy. Es un sentimiento de libertad de hacer y decir lo que pensamos con toda la responsabilidad del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario